viernes, 20 de enero de 2023

¿Cuántos Asesinos en Serie ha tenido Panamá?

Asesinos en serie "siempre buscan satisfacción de tipo sexual, emocional o económica"

Psiquiatra indica que los asesinos seriales siempre buscan una víctima que se amolde a su patrón, como el caso del "El Salvaje Bill", quien mató a extranjeros adinerados.



En su historia más reciente, Panamá ha tenido alrededor de unas cinco personas que han sido catalogadas como asesinos en serie.

Estos asesinos seriales han logrado acabar con la vida de más de tres personas de forma premeditada e incluso le han causado daño a otras.

El primer asesino en serie registrado en el país fue Silvano Ward Brown, quién entre 1959 y los años 70, acabo con la vida de un hombre y tres mujeres.

Luego aparece el nombre de Carlos Rafael Meneses Lambis, quien es señalado por haber matado a Rafaela Ábrego, Leticia González Gaitán y otra fémina, hechos registrados entre los años 2003 y 2004. Lambis es buscado por la justicia panameña desde hace más de 19 años.

Dos extranjeros

A la lista de asesinos seriales que han existido en Panamá, se suman dos extranjeros, el estadounidense William Dath Holbert, conocido como "El Salvaje Bill" y el dominicano Gilberto Ventura Ceballos.

En el caso específico de "El Salvaje Bill", asesinó a cinco personas entre diciembre de 2007 y marzo de 2010, en Bocas del Toro. Este asesino se hacía pasar por una persona adinerada para acercarse a sus víctimas, hacer supuestos negocios con ellas y luego matarlas.

Mientras que Gilberto Ventura Ceballos, asesinó a cinco jóvenes panameños, hijos de empresarios chinos, en La Chorrera, entre los años 2010 y 2011. Este asesino secuestró a sus víctimas y luego de matarlas las enterró en una casa ubicada en El Trapichito.

Las víctimas de Ceballos fueron: Yessenia Argelis Loo Kam, Yong Jiang Wu, Samy Zeng Chen, José Maurio Liu Wong y Georgina del Carmen Lee Chen, a quienes secuestró y después pidió grandes sumas de dinero a sus familiares para supuestamente liberarlos.

Aunque estos son los cuatro asesinos seriales más conocidos en Panamá, expertos como el médico psiquiatra Guillermo Rodríguez, señalan que se ha dado otros caso que también pudieran encajar en dentro de asesinatos en serie.

El experto recuerda el caso de una persona en Bocas del Toro, el cual mataba a sus víctimas, les tomaba su cédula de identidad, se hacía pasar por ellas y cuando ya se tenía sospecha del acto cometido, el mismo se desaparecía del lugar. Algo que hizo en diversas comunidades, hasta que fue descubierto, indica el médico psiquiatra.

Doble personalidad

El psiquiatra Rodríguez explicó, que por lo general, algunos de los asesinos en serie tienen trastorno de la personalidad disocial (son egoístas e insensibles a los sentimientos de los otros y pueden acosar, causar daños a la propiedad, mentir o robar sin sentirse culpable), es decir, son personas antisociales.

Aunque también explicó que muchos de estos asesinos pueden haber tenido traumas infantiles o haber sido víctimas de abuso o algunas presentar enfermedades mentales.

Expresó que la motivación de estas personas para matar siempre es de tipo impulsivo compulsivo, para obtener un fin de satisfacción de tipo sexual, emocional o económica, como fue el caso de "El Salvaje Bill".

"Los asesinos en serie siempre tienen una motivación diferente, pero lo que lo caracteriza es su desprecio por la vida, que no tienen ningún miramiento por asesinar y algunos su intención es provocar sufrimiento en la persona. Por eso es que son tan temidos porque sus supuestas víctimas son elegidas al alzar", dijo el experto.

https://www.panamaamerica.com.pa/judicial/asesinos-en-serie-siempre-buscan-satisfaccion-de-tipo-sexual-emocional-o-economica-1213563

Cómo prevenir el suicidio

 

Cómo prevenir el suicidio



Es esencial centrarse en la prevención del suicidio para crear vínculos sociales, promover la toma de conciencia y ofrecer esperanza.


Los episodios de suicidio se han incrementado entre la población joven.

El suicidio es un problema de salud pública importante, pero a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes. Es una tragedia no solo para el que lo comete, sino también para sus familiares, amigos y conocidos.

En el mundo, aproximadamente un millón de personas mueren cada año víctima del suicidio. En Panamá, el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes entre los 14 y 24 años, ocurriendo un suicidio cada tres días, según estadísticas de la Contraloría Nacional de la República. En 2019 se dieron 174 suicidios en el país y en 2021 estos aumentaron a 196 en el año.

El Día Mundial de la Prevención del Suicidio (DMPS), que se celebra anualmente el 10 de septiembre, organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tiene el objetivo general de crear conciencia acerca de la prevención del suicidio en todo el mundo.

¿Porqué llega una persona a tomar la decisión de suicidarse?

Hay muchas razones. Existen factores de riesgo asociados al suicidio, como la pérdida laboral o financiera, el trauma o el abuso, los trastornos mentales y por uso de sustancias (alcohol, drogas, etc.) y las barreras para acceder a la atención médica, se han ampliado aún más con la Pandemia de COVID-19. Desde que la OMS declaró al COVID-19 como una pandemia en marzo de 2020, más personas experimentan pérdida, sufrimiento y estrés.

Es esencial centrarse en la prevención del suicidio para crear vínculos sociales, promover la toma de conciencia y ofrecer esperanza. Acercarse a los seres queridos por su salud mental y su bienestar podría salvarles la vida.

Las crecientes presiones en el ámbito laboral pueden ser estresantes. Un entorno de trabajo difícil o factores que generen estrés de forma continua pueden agravar la salud mental de los empleados. En algunos casos, estos pueden llegar a quitarse la vida. Los estudiantes son los más vulnerables.

La adolescencia puede ser muy intensa y estar repleta de oportunidades y libertades recién descubiertas. Pero también puede estar marcada por las preocupaciones por los exámenes, los primeros amores, y la presión de los compañeros o de las modas. Para algunos adolescentes la carga puede llegar a ser tan pesada que ponen fin a sus vidas.

Es importante acudir a buscar ayuda en caso de que la persona o alguien cercano como familiares o amistades, presente algún indicio de riesgo de suicidio.

La gente va al médico por muchas razones, pero en ocasiones el verdadero motivo es mucho más grave que el manifestado. Lamentablemente, los prejuicios sobre la salud mental y el suicido pueden disuadir de pedir ayuda. Muchas personas ponen buena cara, aunque se sientan muy desanimadas.

El personal de salud se encuentra en una posición única para detectar las señales de que alguien tiene problemas de salud mental o pensamientos suicidas.

¿Cuáles son las señales de peligro de suicidio?

El deterioro en el funcionamiento habitual de un individuo es una señal de alerta, sin embargo, no siempre se comunica directa o externamente. Algunas señales de advertencia pueden ser:

  • Amenazar o hablar de querer lastimarse, morirse o matarse.
  • Buscar acceso a sustancias u objetos peligrosos, como pastillas, armas de fuego, pesticidas, armas blancas.
  • Hablar o escribir sobre la muerte o el suicidio, fuera de lo ordinario.
  • Aumento del consumo de sustancias (alcohol o drogas).
  • Expresar falta de propósito en la vida.
  • Ansiedad, agitación, incapacidad para dormir o, al contrario, dormir todo el tiempo.
  • Sentirse atrapado, como si no hubiera salida.
  • Desesperación o demasiada pasividad ante los problemas.
  • Aislamiento de los amigos, la familia y la sociedad.
  • Rabia, ira descontrolada, búsqueda de venganza.
  • Actuar imprudentemente o participar en actividades riesgosas, aparentemente sin pensar.
  • Cambios de humor drásticos.
  • Regalar posesiones preciadas o buscar cuidado a largo plazo para mascotas.


¿Qué acciones podemos tomar para ayudar a prevenir que una persona se suicide?

  • Apoyarlo, animarlo y si es necesario acompañarlo a buscar ayuda profesional médica o psicológica.
  • Buscar ayuda entre familiares y amigos.
  • Tomarse la situación en serio. No temas hablar en forma clara y abierta sobre el suicidio.
  • No juzgar ni dar sermones.
  • Retirar los medicamentos, venenos, sustancias o armas que pueden ser un riesgo.
  • Mantenerse con él o ella en comunicación y contacto constante.
  • Escuchar atentamente y dejar que exprese sus sentimientos.
  • Proponer actividades fuera del ambiente cotidiano.
  • Tomarse el tiempo para escuchar con atención lo que dice y expresa.
  • Evitar minimizar las experiencias, emociones o dificultades que exprese la persona.
  • Expresarle lo importante que es para los demás y sus virtudes y fortalezas.
  • Decirle lo importante que es en tu vida y en la vida de otras personas.


“El suicidio nunca es la respuesta. Siempre hay esperanza”


https://www.noticiasvip24.com/como-prevenir-el-suicidio/

Cómo puedo cuidar mi salud mental

 

Cómo puedo cuidar mi 

salud mental



Si cree que puede tener un problema de salud mental, puede consultar con su médico, quien lo evaluará y determinará si es un problema de salud física o mental.


El 10 de octubre fue establecido como el día internacional de la salud mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Panamá, se estableció el mes de octubre para conmemorar esta importante faceta de la salud de las personas. Recientemente, el 18 de octubre del 2022, la Asamblea Nacional de Panamá, el proyecto de Ley 712 que desarrolla el derecho humano a la salud mental y garantiza su cobertura nacional, fue aprobado en tercer debate por los diputados con 36 votos a favor, 0 en contra y 0 abstenciones.

La OMS define la salud mental como «un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos». La salud mental es, además, un derecho humano fundamental y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. La salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales. Se da en un proceso complejo, que cada persona experimenta de una manera diferente, con diversos grados de dificultad y angustia y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes. Las afecciones de salud mental comprenden trastornos mentales y discapacidades psicosociales, así como otros estados mentales asociados a un alto grado de angustia, discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva. Las personas que las padecen son más propensas a experimentar niveles más bajos de bienestar mental, aunque no siempre es necesariamente así.

A lo largo de la vida, múltiples determinantes individuales, sociales y estructurales pueden combinarse para proteger o socavar nuestra salud mental y cambiar nuestra situación respecto a la salud mental. Factores psicológicos y biológicos individuales, como las habilidades emocionales, el abuso de sustancias y la genética, pueden hacer que las personas sean más vulnerables a las afecciones de salud mental. La exposición a circunstancias sociales, económicas, geopolíticas y ambientales desfavorables, como la pobreza, la violencia, la desigualdad y la degradación del medio ambiente, también aumenta el riesgo de sufrir afecciones de salud mental. La mala salud mental se asocia asimismo a los cambios sociales rápidos, a las condiciones de trabajo estresantes, a la discriminación y los mandatos de género, a la exclusión social, a los modos de vida poco saludables, a los riesgos de violencia y mala salud física y a las violaciones de los derechos humanos. También hay factores de la personalidad y psicológicos específicos que hacen que una persona sea más vulnerable a los trastornos mentales. Por último, los trastornos mentales también tienen causas de carácter biológico, dependientes, por ejemplo, de factores genéticos o de desequilibrios bioquímicos cerebrales.

Las enfermedades mentales son una de las mayores causas de incapacidad y de discapacidad que disminuyen la productividad laboral y cercenan los ingresos económicos familiares en todo el mundo, y Panamá no es la excepción. «Los trastornos mentales, neurológicos y por el consumo de sustancias representan el 10% de la carga mundial de morbimortalidad y el 30% de las enfermedades no mortales. Alrededor 1 de cada 5 niños, niñas y adolescentes es diagnosticado con un trastorno mental. La depresión es uno de los principales trastornos que afecta a la población mundial, siendo una de las causas más importantes de discapacidad. Una persona se suicida en el mundo cada 40 segundos aproximadamente. Las personas con trastornos mentales graves mueren de 10 a 20 años antes que la población general» (Organización Panamericana de la Salud, OPS).

La salud mental tiene un impacto directo en nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar, nos ayuda a mantener relaciones sanas, a ser más productivos, a manejar el estrés y a mantener actitudes positivas ante la vida. Tener una buena salud mental es esencial para mantener una buena salud física y, de igual modo, nuestra salud física afecta a la salud mental. Las personas que tienen enfermedades físicas son más propensas a sufrir trastornos y enfermedades mentales como la depresión, estrés o ansiedad; mientras que una persona que tiene enfermedades mentales también generar consecuencias físicas, como disminución del sistema inmunológico, aumento del riesgo de infartos cerebrales y cardiacos, dolores crónicos, etc.  Por lo tanto, siempre que falle uno de estos componentes, es decir el bienestar físico y mental, no se conseguirá una buena salud integral.

Señales de tener un problema de salud mental:

  • Cambios en los hábitos alimenticios o de sueño.
  • Aislarse de las personas y actividades que disfruta.
  • Tener nada o poca energía.
  • Sentirse vacío o como si nada importara.
  • Tener dolores y molestias inexplicables.
  • Sentirse impotente o sin esperanza.
  • Fumar, beber o usar drogas más de lo habitual.
  • Sentirse inusualmente confundido, olvidadizo, enojado, molesto, preocupado o asustado.
  • Tener cambios de humor severos que causen problemas en sus relaciones personales.
  • Tener pensamientos y recuerdos que no puede sacar de su cabeza.
  • Escuchar voces o ver cosas que otros no perciben.
  • Creer cosas que no son ciertas.
  • Pensar en lastimarse a sí mismo o a otros.
  • No poder realizar tareas diarias como cuidar a sus hijos o ir al trabajo o la escuela.


Claves para conservar una buena salud mental:

  • Siga siempre una rutina, respetando los horarios de comidas y de sueño.
  • Tener buenos hábitos alimenticios, priorizando el consumo de alimentos ricos en fibra, verduras y frutas, evite la ingesta de grasas y azúcar.
  • Realizar ejercicio físico con regularidad (al menos 3 veces a la semana).
  • Evitar el tabaco y el consumo de alcohol.
  • Dormir como mínimo de 8 horas diarias.
  • Márquese metas realistas que le ayuden a enfocar su vida.
  • Mantenga contacto social con su familia y amigos.
  • Realizar actividades sociales, recreativas, culturales y deportivas.
  • Dedique tiempo a sus aficiones.
  • Fomentar el hábito de la lectura: leer enriquece la capacidad de atención e incrementa la memoria, aumenta la motivación y reduce el estrés.
  • Estimule su cerebro mediante actividades o juegos que requieran concentración.
  • Practique técnicas de relajación y medite.
  • Si algo le preocupa, no se lo guarde. Compártalo con alguien de confianza o con un profesional.


¿Qué debo hacer si creo que tengo un problema de salud mental?

Si cree que puede tener un problema de salud mental, puede consultar con su médico, quien lo evaluará y determinará si es un problema de salud física o mental. Otras alternativas es asistir directamente con un psicólogo o un médico especialista en psiquiatría. Recurrir al especialista en salud mental es una elección responsable, madura y muy positiva.


https://www.noticiasvip24.com/como-puedo-cuidar-mi-salud-mental/

sábado, 14 de enero de 2023

Nomofobia, ‘fomo’ y otras nuevas fobias tecnológicas

 Nomofobia, ‘fomo’ y otras nuevas fobias tecnológicas

Si bien la era tecnológica ha traído beneficios, con ella  también ha llegado una serie de comportamientos de ansiedad y dependencia.


¿Se desespera si pasa mucho tiempo lejos del celular? ¿Le resulta frustrante o deprimente cuando los contactos no interactúan con las publicaciones hechas en redes sociales? ¿Siente que su celular vibra o suena, y en realidad no es así?

Si ha experimentado estos comportamientos repetitivamente, quizás esté frente a una de las nuevas conductas de ansiedad que han llegado de la mano de la era tecnológica.

Se trata de nuevos casos que están siendo estudiados, y entre ellos destaca el miedo a salir de casa sin el celular, denominado como nomofobia, afirma el médico psiquiatra Guillermo Rodríguez Cárdenas.

Al menos la mitad de la población padece de este síndrome y no lo sabe, estima.

También está el “fomo”, de la expresión fear of missing out, o, en español, “miedo a perderse de lo que está pasando”. En este caso, perderse lo que ocurre en el universo de las redes sociales.

Este concepto ha ganado popularidad en los recientes años, según los estudios realizados por el pionero en este tema Andrew Przybylski, investigador del Oxford Internet Institute.

De acuerdo con los resultados de sus investigaciones, el “fomo” se describe como “la sensación de malestar que se siente al ser consciente de que otras personas están realizando actividades agradables y uno no forma parte de ello”.

En este listado de manifestaciones por causa de la tecnología, también está la depresión por redes sociales, que se puede presentar porque los contactos de una persona no interactúan o responden a las publicaciones que esta realiza. Por ejemplo, si sube una foto y no obtiene muchos likes, ilustra la psicóloga Yadira Bernal.

Hoy día también hay quienes han sufrido situaciones que expertos han denominado como la “llamada imaginaria” o “efecto Google”. La primera corresponde a que la persona está tan pendiente de su celular que sueña con que este ha sonado o vibrado y la segunda hace referencia a la tendencia de olvidar información por estar acostumbrados a buscar lo que desea en internet.

Estos casos no están tipificados como trastornos en los manuales de diagnóstico de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aclara el psicólogo Ricardo Turner, de la Clínica Psicológica de la Universidad de Panamá.

Aunque la OMS sí ha estimado que una de cada cuatro personas en el mundo puede sufrir trastornos de la conducta relacionados con las nuevas adicciones.

TECNOLOGÍA QUE APRISIONA 

La evolución tecnológica y la popularización de internet han traído infinidad de ventajas para la vida cotidiana. La otra cara de la moneda, en tanto, es que también han ocasionado que algunas personas sean dependientes de estas herramientas.

Por esta situación han surgido comportamientos como el “fomo” (fear of missing out), la nomofobia, el efecto Google y la llamada o vibración imaginaria, por mencionar algunas.

INDICADORES

En el “fomo”, la persona vive con la ansiedad eterna de que están pasando muchas cosas en las redes sociales y no puede prestar atención a todas, explica Guillermo Rodríguez Cárdenas, médico psiquiatra.

Además, siente que otras personas se están divirtiendo a lo grande cuando ven sus fotos en Facebook, Instagram y Twitter, mientras ellos están bajo una montaña de mucho “hacer nada”.

Revisan compulsivamente el teléfono o la tableta para saber de una notificación, ya sea llamada perdida o mensaje no contestado.

La sensación de angustia aumenta en los lugares donde no puede usarse el teléfono móvil como bancos, cines, teatros, aviones, entre otros, asegura María Silvia Amaya, psiquiatra de niños y adolescentes.

“Se presenta con más frecuencia en las personas entre los 18 y 33 años”, dice Rodríguez Cárdenas.

Otro de los síndromes que viven muchos en la actualidad es la nomofobia, término que es una abreviatura de la expresión inglesa no-mobile-phone phobia.

De solo pensar que no tienen el celular por unos minutos, así como el no estar conectados, les genera taquicardia, un claro signo de una dependencia, reitera el psicólogo Aristides De Ycaza.

La persona experimenta ansiedad, dificultad para concentrarse, irritabilidad, inquietud y sensación de inseguridad, dice Amaya.

Los nomofóbicos tienden a regresar en busca del teléfono sin importar la distancia recorrida, manipulan su dispositivo móvil en reuniones, en la escuela, universidad y hasta en el baño.

Pueden olvidar todo: llaves, auto, apuntes, accesorios (menos el celular), y al igual que los adictos, requieren salir de los lugares que lo prohíben para revisarlo.

La nomofobia es más recurrente en mujeres, porque su estructura cerebral se caracteriza por una mayor necesidad afectiva y de comunicación que los hombres, y entre los adolescentes por su inmadurez y dificultad en el manejo de los impulsos.

Estudios han revelado que el 70% de las mujeres reconoce tener pánico a perder su celular frente al 61% de los hombres, recuerda Rodríguez Cárdenas.

Por otro lado, aquellas personas que están habituadas a los teléfonos también pueden presentar lo que ha sido llamado por los expertos como la vibración o llamada fantasma.

¿Cómo se manifiesta? Cuando creen que su celular ha sonado o vibrado sin que haya ocurrido. Estas raras sensaciones se presentan porque el cerebro empieza a vincular el celular con cualquier otro impulso, explica la psicóloga Yadira Bernal.

Según la especialista, aproximadamente un 70% y 80% de los usuarios de teléfonos móviles ha percibido esta conducta en mayor o menor medida.

Entre estos síndromes también está el efecto Google, que es cuando las personas tienden a olvidar cualquier información por estar acostumbradas a buscar todo en la red.

Bernal comenta que ese fenómeno irá aumentando en la medida en que se siga guardando información, incluso personal en los dispositivos tecnológicos.

Por lo general, estos individuos saben ciertos datos, sin embargo, son incapaces de recordarlos y recurren a una búsqueda en internet.

EFECTOS

Las consecuencias de padecer uno de estos fenómenos pueden ser materiales, físicas, sociales y afectivas.

Se incluye descenso en el rendimiento académico y laboral, aumento de los niveles de estrés y ansiedad, menciona Amaya.

También pueden ocasionar problemas en las relaciones sociales, familiares y de pareja, pues el estar pendiente del teléfono celular o las redes sociales hace que la persona descuide e, incluso, abandone el disfrutar el tiempo con otros para estar “conectado”, dice Rodríguez Cárdenas.

A largo plazo se puede generar un aislamiento social y afectivo del mundo real.

Altera los hábitos de sueño, ocasiona daños en la columna y en el cuello, en los músculos y en las articulaciones de las manos y en la visión, añade Amaya.

Además, de acuerdo con las estadísticas de la Policía Nacional, el 25% de los accidentes de tránsito se da a causa del uso de celular mientras conduce.

Por otro lado, según el índice global de tecnología de la información, Panamá está en el cuarto lugar de penetración de telefonía en el mundo, lo que lo convierte en un país altamente consumidor.

En el país existen 6 millones 946 mil 636 líneas de celulares activas, registra la Autoridad Nacional de los Servicios Públicos. La clave no está en evitar el uso de las herramientas tecnológicas, sino en usarlas de forma adecuada y velar por una educación que comprenda tanto los aspectos positivos de las nuevas tecnologías como los usos indebidos y patológicos, aconsejan.

https://www.prensa.com/salud_y_ciencia/Nomofobia-fomo-nuevas-fobias-tecnologicas_0_4494300618.html